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Después del libro, Iglesia Radical, Tim Chester y Steve Timmis vuelven a sorprendernos con un gran libro, Iglesias 24/7, que es un desarrollo de ideas que ya estaban en su libro anterior. A través de una lectura contemporánea de 1ª de Pedro nos descubrirán el funcionamiento práctico de la Iglesia en tanto que comunidad que existe para la misión.

Algunas ideas que me han resultado inspiradoras de Iglesias 24/7 han sido las siguientes:
La Iglesia es una comunidad que se mueve mejor desde los márgenes de una cultura que ocupando el centro de ella. Hemos pasado de la era en la que la moral cristiana formaba parte del pensamiento mayoritario a que se cuente como una de las minorías sociológicas. En lugar de lamentar nuestra posición en la sociedad debemos más bien abrazarla y utilizarla para producir los resultados para los que la Iglesia existe. Por lo menos en Europa, la Iglesia vive ese regreso a los márgenes. No se trata de si la Iglesia tiene los programas adecuados para atraer gente a los edificios, una gran parte de los europeos no tiene la intención de darle una oportunidad a la Iglesia. No se trata de mejorar el producto, se trata de alcanzar a los que están fuera de nuestro alcance. Hay iglesias creciendo en Europa, pero la mayoría de ese crecimiento viene por trasvase de otras iglesias o por emigración. Hay pocas conversiones de personas fuera de estos círculos. Nuestra forma de ser Iglesia sigue comportándose como si la cristiandad aún existiera, no podemos llegar a calcular lo lejanos que están de una Iglesia Evangélica. Si ser un ateo es 0 y ser creyente es 10, nosotros hablamos a la gente como si estuvieran entre el 7 y el 9, pero necesitamos más evangelización en el 1 y el 2. Debemos pasar de los eventos atrayentes a las comunidades atrayentes. Debe de ser la vida de la comunidad lo que atraiga a la gente y no la reunión de la comunidad.

La Iglesia es una comunidad que funciona todos los días. En lugar de una Iglesia de acontecimientos, en los que hay un calendario de actividades, la mayor parte de las cuales es el culto dominical, la Iglesia es una comunidad que tiene vida real todos los días. Ama el lugar en el que está, pero está dispuesta a contrastar con aquellas formas de vida que no reflejan el reino al que pertenece. Es una comunidad alternativa, de gente que no tiene miedo a ser diferente. Esta comunidad diferenciada no es solo la estrategia de Dios para que los cristianos resistan en los márgenes, es también la clave para la obra misionera. Somos la prueba visible de que el evangelio funciona. Dios no ha querido una estrategia de famosos y poderosos que hablen en su nombre, sino de una comunidad de personas que se aman. La estrategia de Dios es crear una comunidad que muestra el evangelio e invitar a otros a formar parte de esta comunidad. Si la Iglesia es un evento, la sociedad lo puede superar, si la Iglesia es una comunidad de amor, la sociedad no tiene nada que se le parezca ni de lejos. No hay otro sitio como la Iglesia en donde experimentar el perdón, la gracia, el amor, etc. La Iglesia se convierte en la hermenéutica que demuestra el evangelio.

La Iglesia es una comunidad que convierte los lugares habituales en su forma de misión. Antes de la cristiandad había pocos misioneros, pero la Iglesia en su conjunto era una comunidad misional. La verdadera comunidad misional tiene pocas actividades. Las actividades tienen el problema de necesitar mucha energía y de apartar a la gente de sus lugares habituales. Ser comunidad no implica añadir actividades a una vida ajetreada, sino que convierte en oportunidades de misión todo aquello que es la actividad diaria: comer con personas no cristianas, caminar en lugar de ir en coche a todas partes, ir a comprar a las mismas tiendas de forma habitual, hablar con los compañeros de trabajo, dar algunas horas de voluntariado para fines sociales que no sean de la propia iglesia, participar en las fiestas de la sociedad, etc.

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«Si la Iglesia es un evento, la sociedad lo puede superar, si la Iglesia es una comunidad de amor, la sociedad no tiene nada que se le parezca ni de lejos.

Para muchos, hoy la Iglesia es como un mal sueño: no pueden recordarlo
completamente, pero les ha dejado con una sensación incómoda de la que quieren
librarse. Cuando tratamos de abrir una nueva iglesia, la gente de alrededor no tiene ningún interés en lo que está ocurriendo. Sin embargo, cuando un grupo de personas comparte sus vidas como pueblo de Dios, poniendo en el centro de la vida comunitaria el evangelio de Jesucristo y se involucra para bendecir a la ciudad, ante esto las defensas no están tan altas. Somos llamados a crear comunidades del evangelio.

En resumen, este es un libro muy práctico para la autoevaluación, tanto individual como conjunta. Nos desafía en nuestro entendimiento de la Iglesia construida bajo un patrón individualista. La Iglesia tal como la conocemos en el siglo XXI ha perdido una parte importante del elemento de comunidad que Dios quiso darle. Lo que ocurre es que ni siquiera nos damos cuenta. El individualismo y el consumismo vienen de serie en nuestras mentes y si no los desafiamos, acabamos generando Iglesias individualistas y consumistas.

Una reseña de Jaume Llenas para Andamio Editorial. (13/09/2018)

ÍNDICE

Introducción
La vida en los márgenes (1 Pedro 1:1–12)
Comunidad todos los días (1 Pedro 1:13–2:8)
Cuidado pastoral todos los días (1 Pedro 1:22–2:3)
Misión todos los días (1 Pedro 2:9–3:16)
Evangelización todos los días (1 Pedro 3:15–16)
La esperanza en los márgenes (1 Pedro 3:8–5:14)
Conclusión: los próximos pasos

Queremos compartirte una porción del libro:

«No podemos aspirar a ser como el mundo»

«Una estrategia de evangelismo basada en actividades, característica del pensamiento de la cristiandad, intenta constantemente crear experiencias similares a las que encontramos en el mundo.

Queremos que nuestra música, nuestra oratoria y nuestro estilo sean tales que atraigan a la gente a nuestros encuentros.

Sin embargo, perseguir la relevancia como un fin en sí mismo es un error, como también lo es resaltar lo parecidos que somos al mundo que nos rodea. Para empezar, nuestro “producto” siempre va a ser inferior al que ofrecen Hollywood, Facebook y Nintendo.

Los británicos pasan veinte horas a la semana viendo la televisión; los estadounidenses, veintiocho horas. Nos entretienen películas de millones de dólares. Participamos en sofisticados juegos de acción y de ordenador.

“Somos ingenuos si creemos que la iglesia puede competir con estos estímulos mediante tres canciones, una predicación de treinta minutos o representación teatral y un grupo de alabanza”. Es sencillo: no podemos competir cuando se trata de entretenimiento.

En el mejor de los casos, esto nos distrae de la necesidad de crear comunidades características que comuniquen un evangelio característico, un evangelio que a menudo rechina en la cultura predominante.

En el peor de los casos, el medio se convierte en el mensaje y el desafío del evangelio se disuelve en el entretenimiento, o lo diluimos para hacerlo más aceptable.

Ya hemos visto que en un contexto poscristiano no podemos apoyarnos en eventos de la iglesia, da igual lo atractivos que sean, porque la mayoría de la gente no vendrá.

Ahora tenemos otro motivo para no centrarnos en actividades “relevantes”. Nuestra innovación de misión no consiste en eventos que son como la cultura, sino en una vida y un mensaje que no son como la cultura.  

Estos intentos por parecernos al mundo hacen que surja un interrogante: si la iglesia es como el mundo, ¿para qué necesitamos la iglesia? Cuanto más parecidos somos al mundo, menos nos queda para ofrecer.

Es cierto, debemos evitar ofensas innecesarias y experiencias desmoralizadoras, pero lo que atraerá a la gente a la iglesia siempre será lo que es diferente en nosotros.

Por lo tanto, debemos aspirar a ser diferentes. Pero esto no significa ser diferentes sin necesidad. No hay duda de que causaremos rechazo en la gente si somos culturalmente raros, anticuados o incomprensibles.

Sin embargo, solo atraeremos a las personas a través de las particularidades del evangelio. Solo nos volvemos relevantes para nuestro mundo cuando nos centramos en el evangelio. Os Guinness afirma:

«En nuestras poco críticas aspiraciones de relevancia, en realidad hemos cortejado la irrelevancia. En nuestra incansable búsqueda de relevancia sin un compromiso igual de incansable con nuestra fidelidad, no solo nos hemos vuelto infieles, sino también irrelevantes.

En nuestros determinados esfuerzos por redefinirnos con métodos que son más persuasivos para el mundo moderno que fieles a Cristo, no solo hemos perdido nuestra identidad, sino también nuestra autoridad y nuestra relevancia.

Iglesias 24 7 C

Incluso en el caso de que pudiéramos producir unas actividades geniales, al hacerlo crearíamos una generación de consumidores cristianos que esperan que la iglesia los entretenga.

Solo crearíamos una mentalidad consumista en la gente que asiste a la iglesia. Muy pronto tendríamos una generación de cristianos que van de iglesia en iglesia en busca de experiencias.

Algunas iglesias atraerían, mediante buenas enseñanzas, a aquellos que quieren una experiencia intelectual; otras, a través de una alabanza buena y profesional, atraerían a los cristianos que quieren una experiencia emocional.  

Pero las iglesias locales donde “cada miembro está unido a todos los demás” (Romanos 12:5) no tendrían mucho sentido.

La gente nos pregunta a menudo cómo son nuestras reuniones en The Crowded House. Hemos decidido negarnos a responder esa pregunta en la medida de lo posible, porque pierde de vista el sentido de lo que intentamos hacer.

Nosotros no proponemos una fórmula para hacer reuniones mejores. De hecho, nuestros encuentros son bastante normales. La enseñanza y la música están bien, pero no tienen nada de especial. Si nos hicieras una visita, probablemente te sentirías decepcionado.

El centro de nuestra visión no es una forma nueva de realizar actividades, sino la creación de comunidades del evangelio basadas en la Palabra, en las que las personas comparten su vida entre ellas y con los no creyentes, procurando bendecir sus barrios, llevando el evangelio unos a otros y compartiendo las buenas nuevas con los no creyentes.

El contexto para esta comunidad y esta misión centradas en el evangelio no son los eventos, sino la vida común y cotidiana.

Creamos programas cuando los cristianos no hacen lo que deberían estar haciendo en la vida diaria. Como no nos pastoreamos unos a otros en el día a día, creamos grupos de responsabilidad. Como no compartimos el evangelio en nuestra vida diaria, creamos cultos para invitar a gente.

Como no nos unimos a grupos sociales para dar testimonio de Jesús, creamos nuestros propios grupos sociales dentro de la iglesia. No nos malinterpretes, por favor. No estamos en contra de las reuniones, ni de los eventos, ni de los programas.

De hecho, el encuentro regular de la iglesia en torno a la Palabra de Dios es vital para la salud de todo lo demás, pues aquí es donde el pueblo de Dios se prepara para las obras de servicio. Pero las obras de servicio, en sí mismas, tienen lugar en el contexto del día a día.»

Puedes solicitar tu ejemplar en el siguiente link:

http://www.solosanadoctrina.com/tienda/iglesia/739-iglesias-247.html

Puedes ver más sobre este libro en nuestro canal de Youtube:

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