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«Todos sabemos, en mayor o menor grado, las inimaginables atrocidades que los hombres y mujeres fueron culpables de cometer en nombre del Nacional Socialismo. Y, sin embargo, hasta en medio de esta terrible oscuridad, la luz de la gracia de Dios brillaba en las vidas de al menos un pequeño número del pueblo alemán»,

Mathew Henry, al comentar sobre la excusa que Abraham puso por su pecado cuando hizo que Sara pasara por su hermana en lugar de identificarla como su esposa, mientras viajaban por la tierra de Gerar, dice: «Abraham alegó la mala opinión que tenía de aquel lugar (‘Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar [Gn. 20:11]’) […] Hay muchos lugares y personas que tienen más temor de Dios de lo que nosotros pensamos».

Alexis, Barón von Roenne, nació en una familia prusiana de nobles el 12 de febrero de 1902. Fue criado por una madre que amaba al Salvador y que oraba diligente y fervientemente por la salvación de su hijo. Alexis, como muchos otros hijos de Prusia, se alistó para hacer carrera en el ejército, llegando a ser oficial y ascendiendo al rango de coronel. Aunque era un patriota oficial del ejército alemán, Alexis von Roenne nunca fue nazi; de hecho, desde su posición de poder en el país, consideraba el Nacional Socialismo como un desastre para su amada tierra natal. Mientras varios de sus íntimos amigos hicieron un complot para asesinar a Hitler en lo que llegó a ser el golpe de estado del 20 de julio de 1944 («Operación Valkyria»), motivos de conciencia impidieron a Alexis tomar parte. Sin embargo, no se salvó de ser detenido con muchos otros sospechosos de conspirar contra el Führer. Fue condenado a muerte sobre la base de su íntima amistad con los líderes de la resistencia, y el 12 de octubre de 1944 encontró la muerte a manos del verdugo en Berlin-Plbtzensee.

Lo que sigue son tres cartas: una escrita a su madre la víspera de su ejecución y las otras dos dirigidas a su esposa, Úrsula, madre de sus dos pequeños hijos. La primera carta a su esposa fue escrita el 25 de julio, justo cinco días después del fallido complot y antes de su encarcelamiento y, la segunda, la misma mañana de su muerte. Las tres revelan los pensamientos de un hombre que sabe que va a morir pronto; sin embargo, al confiar en el Salvador, nuestro Señor Jesucristo, su mente está tranquila y su corazón en paz. Sus allegados han tomado nota de este «asombroso fenómeno» y lo han atribuido a su verdadero origen: el Señor mismo.

El testimonio de Alexis, Barón von Roenne es una maravillosa evidencia de la verdad y de la fiabilidad de la Palabra de Dios. Al leer estas cartas vinieron a mi mente dos versículos de los Salmos: «Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos» (Sal. 112:4); «Considera al íntegro, y mira al justo; porque hay un final dichoso para el hombre de paz» (Sal. 37:37).

Carta de despedida a su madre

Berlín, 11 de octubre de 1944. Al atardecer.

Mi única amada mamá: hoy, por una razón especial, me vino la idea de escribirte una vez más, aunque en mis anteriores cartas de despedida hubiera incluido una carta corta para ti. Yo sé que, a pesar de tu gran anhelo y gozo ante la perspectiva de ir con el Salvador, el temor mortal ante el pensamiento del proceso físico mismo de la muerte te atormenta. Y debido a eso he deseado muchísimo decirte que nuestro Señor puede borrar completamente también esto si le pedimos que lo haga.

Continuará …

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Jonathan Watson (The Banner of Truth).